“El fondo del corazón es árido. El hombre siembra sólo aquello que puede… y lo cuida”. Stephen King, Cementerio de animales

Lo ancestral que vive en nosotros

Entrevista en Télam
Por Mauro Yakimiuk (*)

El escritor José María Marcos es un apasionado del género de terror y fantástico a tal punto que con su hermano Carlos fundaron la editorial Muerde Muertos, especializada en publicar libros de ese tipo de literatura. Su libro Los fantasmas siempre tienen hambre compila once cuentos propios en los que abundan temas como la muerte, el horror y lo sobrenatural, atrapando al lector con cada una de las historias. Se destaca el cuento llamado “El Gordo” en el que un padre está obsesionado con el sobrepeso de su hijo y lo encadena para ponerlo a dieta por la fuerza. En abril el autor publicará en coautoría con su hermano Carlos Marcos una novela llamada Muerde muertos (quién alimenta a quién...), en la que le explicarán a los lectores qué son los muerde muertos.
¿Qué fue lo primero de lo que escribiste que consideraste publicable?
Varias cosas que después consideré impresentables. Mirando para atrás, y con bastante distancia, guardo cariño de una serie de poesías inéditas que había titulado La inhospitalidad de las puertas cerradas, muy influenciado por Artaud y el surrealismo, donde encuentro muchas cosas que no me interesan, pero también otras donde puedo ver al adolescente que fui y donde hay cierta mirada que aún mantengo en mis actuales textos.
¿Cómo surge la posibilidad de editar tu libro de cuentos Los fantasmas siempre tienen hambre?
Este libro surge un poco por mi necesidad de mostrar a través de relatos, más allá de cualquier teoría o explicación, qué es lo que considero el horror contemporáneo, a partir de mis lecturas y mis influencias. Tengo novelas inéditas y podría haber elegido publicar alguna de ellas, pero para el arranque de la editorial Muerde Muertos preferí un texto que le diera una perspectiva a todo lo demás. Hay, por ejemplo, una idea instalada que sostiene que estas historias tienen que dar miedo; si no, carecen de valor. Los más arriesgados citan a Lovecraft porque leyeron por ahí que habla del “efecto” del miedo cósmico que debe producir un texto. En lo personal pienso que es una mala interpretación de cuál es el eje de un cuento de terror. Creo que lo mejor de Lovecraft no es el miedo que pudiese causar en algún lector, sino cómo explora las partes oscuras de la existencia, aquello “íntimamente relacionado a las emociones primitivas”, como el propio Lovecraft remarca en su ensayo El horror sobrenatural en la literatura. Incluso, Lovecraft pone como modelo a Cumbres borrascosas, de Emily Brontë. A su vez, el inglés Ramsey Campbell agregaría que lo importante está en la indagación de los miedos y las fobias de una sociedad, y no en la búsqueda de ningún efecto. En una de sus novelas, Campbell cita una frase de David Aylward (La venganza del pasado: el significado cultural de la literatura sobrenatural), a lo que adhiero con matices: “Los escritores (de literatura sobrenatural) que se esforzaban por impresionar y lograban aterrorizar, ahora se esfuerzan por aterrorizar y sólo logran asquear”. ¿Qué extraigo de este pensamiento? Que lo más importantes son las historias, el drama de los personajes, la atmósfera, la incursión en zonas oscuras. Un buen cuento de terror explora lo ancestral que aún vive en nosotros.
¿Cómo elegiste el nombre para el libro?
“Los fantasmas siempre tienen hambre” es una frase del antropólogo inglés R.D. Jameson, que Peter Straub utiliza como epígrafe en su novela Fantasmas. Cuando la leí sentí que está muy familiarizada con “Los muertos viajan rápido”, del alemán Gottfried August Bürger, que Bram Stoker cita en Drácula. Pensé que para los amantes del gótico funciona como anticipo del universo ficcional de los cuentos, mientras que para el resto de los lectores habla de esas sombras, de esas persistencias, de esos aspectos oscuros que creemos superados en nuestras vidas, y que, de pronto, percibimos que son amenazantes y peligrosos para nuestra estabilidad emocional.
El libro está compuesto por once cuentos, ¿cómo fue el proceso de selección de los mismos?
La idea fue mostrar qué pienso sobre los cuentos de terror. Traté de no repetir tramas ni temas. Para esta ocasión trabajé con cierta idea de brevedad y condensación, en un camino inverso al usado en mis novelas donde busqué la expansión, el desarrollo de una idea a lo largo de varias páginas. Intenté incorporar algunos cuentos que parezcan reconocibles como cuentos de terror y otros que estén en un límite impreciso con otras estéticas, en una hibridación que apunte a enriquecer esta corriente literaria.
¿Cuál es la imagen disparadora de tu cuento llamado “El Gordo”?
La primera escena fue imaginar a Martín comiendo fideos como una máquina excavadora, y su padre, al lado, fastidiado porque su hijo es obeso y no sabe cómo hacerlo adelgazar. Ambos están en silencio en una casa, con una televisión prendida. La guía para el relato fue tensar esa situación, y hablar por un lado de ciertas buenas ideas (aquí: la importancia de estar delgado y cuidar la salud) que pueden ser nocivas llevadas a un extremo, y por otro, reflexionar sobre la fuerza arrolladora de cualquier compulsión que no se clausura con ponerle un candado a la heladera.
¿Por qué pensás que es una de las historias del libro que más llama la atención?
Y porque todos somos un poco el Gordo que alguna vez nos enfrentamos con un padre policía que busca llevarnos por la senda del bien. Todos tenemos algún motor que ronronea secretamente, con el que convivimos y que sabemos que siempre estará ahí, latente. A veces lo aplacamos por las buenas. Pero casi nunca por las malas.
¿Alguno de los cuentos es autobiográfico?
Ninguno. Siempre hay elementos prestados de la realidad, de mi historia personal, de libros, de anécdotas de amigos, pero nada está tal cual sucedió. Pienso, igual, que toda literatura puede leerse como una suerte de autobiografía, porque remite a ciertas sensaciones vividas por el autor, más allá de donde estén situadas las historias o haya vampiros, zombis o muñecos Frankenstein.
¿Cómo nace la idea de crear la editorial Muerde Muertos?
Con mi hermano Carlos compartimos el amor por los libros y hace mucho teníamos ganas de crear un espacio para que circularan nuestras obras. El nombre nació casi de una confusión, o en términos freudianos de un acto fallido. Con Carlos publicamos en 2007 la novela Recuerdos parásitos (quién alimenta a quién…), y mientras yo decía que era una novela de terror, él explicaba que era una novela erótica. De esta manera llegamos a la conclusión de que eran dos caras de la misma moneda: la pulsión de vida y la pulsión de muerte, el placer de morder y la fascinación por el misterio de la muerte. A la hora de fundar la editorial, nació el sello Muerde Muertos, con una colección que bautizamos Muerde (para lo erótico) y Muertos (para el terror). Así, publicamos Inmaculadas, por Muerde, y Los fantasmas siempre tienen hambre, por Muertos. Pero como en el fondo creemos que lo importante es la literatura por sobre las catalogaciones, lanzamos una tercera colección que bautizamos Ni Muerde Ni Muertos, por donde apareció Ingrávido, de Fernando Figueras, que es una muestra del mejor realismo delirante y que recomendamos por su humor ácido y corrosivo.
¿Qué balance hacen del año 2011 al frente de la editorial?
Para los muerde muertos fue un gran año, por varios motivos. En primer lugar porque tuvimos presencia en distintos eventos literarios (La Torre de Babel de Libros, Naranjas Azules, Corrincho, La Ciudad Captada, Té con Palabras, Sirenas y te Ahorcas, La Noche de las Librerías) y ferias del libro (Mar del Plata, Virrey del Pino, Morón, Villa Sarmiento). Recibimos reseñas y varios artículos, además de cosechar amigos lectores que se prendieron con nuestra propuesta estética. Un acontecimiento importante fue participar del colectivo Austronautas (integrado por Fernando Figueras, Carlos Marcos, Juan Guinot, Pablo Martínez Burkett y José María Marcos), que intervino en las Jornades de Literatura Fantàstica, Ciència Ficció i Terror de Castelló Fantasti’CS 2011 con la proyección de la lectura de cuentos en noviembre de 2011 en la Librería Argot (Sant Vicent 16, Castelló, España). Al balance sumamos que los autores y nuestra diseñadora Mica Hernández tuvieron varios reconocimientos y premios durante el 2011, hecho que es alentador.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Para abril de 2012 van a salir dos libros por Muerde Muertos. Uno de ellos es una nueva novela que escribimos con mi hermano Carlos, titulada Muerde muertos (quién alimenta a quién...), a través de la cual queremos contarles a nuestros lectores qué son los muerde muertos. Es una historia epistolar con tintes góticos que transcurre mayormente en Buenos Aires y Salamanca, y un poco en Uribelarrea, que redobla nuestra apuesta por el terror, lo erótico, la trama policial y el realismo delirante. Una de las primeras actividades será presentarla en el 2º Festival Azabache de Novela Negra y Policial, que se llevará a cabo entre el 10 y 13 de mayo en Mar del Plata. El otro libro es la novela Beber en rojo (Drácula), de Alberto Laiseca, con edición y prólogo a mi cargo. Se trata de una clase magistral e imprescindible sobre la mejor literatura fantástica, que aborda el tema de la importancia del monstruo en el arte, y que sin dudas prestigia el catálogo de nuestra editorial.
(*) Télam, febrero de 2012.